Hace diez años, unos tres meses después de tener a mi primera hija, me miré al espejo y dije: “No, no soy una de esas afortunadas que pierden todo el peso dando el pecho.” Y lamentablemente tuve que hacer algo más que amamantar y esconderme por tres meses para volver a sentirme feliz con mi cuerpo luego de dar a luz.
Hoy, una década más tarde y con tres niños, finalmente he conseguido seguir una rutina que se adapta a mi estilo de vida. Como este sitio es mi lugar para compartir contigo todo lo que hace a una vida saludable, estaré contándote qué cosas me han funcionado para mantenerme en forma tras ser madre de tres.
Tener hijos hace que el cuerpo de una mujer pase por cosas raras, y además cada embarazo es diferente. Durante mi primer embarazo, comí bastante sano, aunque a menudo me daba un gusto, diciéndome a mí misma: “de todas formas voy a ganar peso por el bebé.” Con mi primer embarazo, aumenté 40 libras (18 kilos).
Durante mi segundo embarazo, presté atención a lo que comía y no tuve mucho tiempo para descansar, pues andaba detrás de un bebé de seis meses. Subí casi lo mismo que la primera vez: 38 libras (17 kilos).
Mi tercer embarazo fue más caótico, porque estaba en pleno lanzamiento de mi empresa, mis otros dos niños iban a la escuela y, bueno, estaba muy ocupada con todo. Aún así, durante esos nueve meses estuve mucho más consciente de lo que comía para intentar ganar el menor peso posible, en especial por las indicaciones que me había dado mi médico debido a mis problemas de espalda. Cuidé mi alimentación y aún así aumenté 38 libras (17 kilos).
Y por supuesto, después de dar luz, ejercicio era la última cosa en la que pensaba. Por empezar, hay que moverse con delicadeza y cuidado, las emociones femeninas pueden verse realmente afectadas por la falta de sueño y recuperarse tres veces de una cesárea no es nada fácil.
Cuando mis amigas que también son madres me dicen que están demasiado ocupadas para ir al gimnasio, sé muy bien de lo que hablan. Para mí también fue difícil crear tiempo para hacer ejercicio cuando me encontraba ocupada con cosas de familia, las actividades de los niños, el trabajo, y los viajes. En serio, ¿cómo se supone que uno encuentre para ir al gimnasio o entrenar en casa cuando nos están tironeando de todos lados? Es DIFÍCIL.
La cosa es que el ejercicio físico es bueno para nosotras y lamentablemente no le damos la importancia que amerita. Como padres, siempre ponemos a los niños primeros en la lista de prioridades y, de algún modo, las nuestras pasan a un segundo plano. Y cuando tenemos algo de tiempo libre, solo queremos relajarnos y leer un libro, por ejemplo.
Una de mis mayores motivaciones para hacer ejercicio después de tener a mi primera hija fue el hecho de darme cuenta de que debía mover el cuerpo si quería estar sana, feliz, y activa, ahora que era responsable por la vida de otro ser humano. Al mismo tiempo, comprendí que si no les mostraba a mis hijos que cuidarse y el ejercicio eran una prioridad para mí, ¿cómo podía pretender que ellos llevaran una vida activa? También debo modelar estos hábitos.
Recuerdo querer volver a tener algo de control sobre mi cuero y mi vida duespués de tener a mi hija mayor. Bastantes partes de mi cuerpo no volvieron al mismo sitio donde solían estar antes de ser madre, y las libras que aumenté no eran solo “el peso del bebé y la retención de líquidos.”
Diez años atrás, la mayoría de la gente me recomendaba que camine, que juegue con mis hijos y otras cosas de bajo impacto (quiero decir, actividades que no te hacen sudar) que podía hacer junto al niño o bien mientras este dormía una siesta. Así comencé: salía a caminar por el vecindario 2 o 3 veces por día, empujando el carrito con mi hija dentro. Y luego de mi segundo embarazo, con dos niños menores de tres, empecé a empujar un carrito doble hasta recorrer 3 millas por día (casi 5 kilómetros) dando vueltas por el vecindario. Pero el peso ganado por el embarazo se negaba a irse.
¿Por qué todo lo que leiía no me fucionaba? ¿Cómo se supone que una puede regresar al cuerpo de antes si cuando estoy en casa con dos pequeños seres humanos que requieren toda mi atención? Me di cuenta de que, para adelgazar, debía hacer el tipo de entrenamiento que implica que mamá se haga un lugar en la lista de prioridades, al menos por 30 minutos al dia, de tres a cinco veces a la semana.
Así que me inscribí en un gimnasio que incluía en la dos horas de guardería diarios al ser miembro. Gracias a eso, dediqué las mañanas, cuando mis hijos querían jugar y socializar con otros niños, para enfocarme en mí.
Hacer ejercicio se volvió mi vía de escape ante las nuevas presiones de la vida y la maternidad. A cambio, perdí el peso que había ganado en los embarazos (tres veces), mejoré mi salud y mi estado de ánimo, aprendí a establecer prioridades, dedicarme el tiempo que necesito y, en medio de todo eso, sentirme más feliz conmigo misma.
¿Te ha costado perder peso despues de tener hijos? ¿Que cosas te han funcionado?
Paula Goitia
Gracias Laura por tu artículo! Me veo super identificada, me pasó exactamente lo mismo, no bajé nada con la lactancia. Tengo un bebe de 8 meses y todavía unos 10 kilos por bajar. Ahora empecé a salir a correr 4-5 veces por semana y a hacer algunos ejercicios de fuerza en casa, sobre todo para mejorar la separación del abdomen. Se que el cuerpo no volverá a ser el de antes, sin embargo como bien decís, es importante tomarse el tiempo para una misma poder recuperarse, sentirse mejor, activa y con energía.
Muy lindo el blog, he leído también otras cosas interesantes, gracias!!
Laura Fuentes
Gracias Paula por dejar tu comentario. Te cuento que si es posible recuperar el cuerpo de antes … pero la cosa es encontrar un sitio donde te encuentres que estas bien de salud y mantenerlo no es mucho trabajo. Enhorabuena por empezar a correr. Yo empecé en 2020 y es increíble lo bien que me siento. todo es encontrar una forma de moverse que puedas incorporar con frequéncia y disfrutes. Un abrazo!